“Testimonios que nos han quedado de muchos acres censores de la vida novohispana a fines del siglo XVIII nos hablan de una sociedad insufrible, depravada, lasciva, afeminada, relajada, desentonada, loca, perdida, profana, apocada y corrupta, por no citar sino once de entre los numerosos conceptos semejantes expresados por dichos severos censores en documentos de la época. En Oaxaca, el escandalizado obispo Ortigoza se vio precisado a publicar un edicto en agosto de 1782”.
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