“Las posibilidades de la insurrección [de Miguel Hidalgo] no podían inspirar grandes esperanzas en los oaxaqueños. Oaxaca era una provincia dominada en lo político, económico, religioso y social por los peninsulares. Toda discrepancia contra el régimen, la más leve sospecha de heterodoxia religiosa, cualquiera murmuración de inconformidad eran consideradas gravísimos crímenes y acarreaban duras sanciones. Sin embargo, algunos criollos, algunos sacerdotes –entre ellos el diácono Ordoño– y frailes dominicos estaban a la expectativa para intervenir aunque evadiendo el riesgo, por el justificado temor a las delaciones. A este ambiente cerrado se debió que su iniciativa fracasara, y que la insurgencia armada se localizara en el medio rural –Jamiltepec, Huajuapan–, en donde surgieron los primeros caudillos merecedores de este título, como don Antonio Valdés y don Valerio Trujano.”

En Oaxaca en la historia (1955), Jorge Fernando Iturribarría describe con detalle la situación de Oaxaca durante los años en que se gestó la independencia nacional, descarga parte de este libro aquí: La guerra de Independencia en Oaxaca_Iturribarría

 

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